El origen de la Tertulia se encuentra en los últimos pisos de Corrales de Comedias de Madrid.
Pero es en los cafés literarios de los siglos XIX y XX donde la Tertulia cobra toda su importancia como institución cultural. Hoy día, tiene muchas versiones.
Parece ser que existen ciertas reglas impuestas por una venerable aunque no escrita tradición:
1. La conversación debe ser general.
2. El tiempo y el lugar deben ser definidos.
3. Debe existir una decisión de convertirse en Tertulia.
4. Algunos teóricos añaden la licencia de hablar mal de los contertulios ausentes. Es la mejor manera (dicen) de que nadie falte a la cita ni de que se vayan antes de que termine la Tertulia.
En la Placita no tenemos en cuenta la última regla porque, al ser una Tertulia de barrio, todo se acaba sabiendo.
Pero sí vamos a añadir una más: Lo que se habla en la Tertulia, se queda en la Tertulia; a no ser que se acuerde publicarlo en alguna crónica. La Placita tiene un grupo de wasap y una reunión mensual presencial en el Centro Social Seco.
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